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Noé, Salvado de las Aguas


Noé, Salvado de las Aguas


No, el título no está equivocado.  Solemos «acostumbrarnos» a frases aprendidas, sin mayor reflexión, y que aplicamos muchas veces de manera indiferente.  Por ello, le quiero llevar a pensar, que efectivamente Noé fue salvado de las aguas, ¿y por qué? Porque creyó, porque actuó, porque no decayó, porque hizo de una orden de Dios su vida, su trascendencia, su proceder.   


¿Y por qué salvado de las aguas? Porque todo trae consecuencias, y las abundantes lluvias se desbocaron, se transformaron en ríos incontrolables, en mares extendidos más allá de las costas, en pozos rebasándose, en aguas subterráneas sobrepasadas por la inusual lluvia del diluvio.  Nadie sobrevivió, el único salvado de las aguas fue Noé y los suyos.  Ellos recibieron un cielo nuevo, una tierra renovada. 


Más allá de haber creído, Noé actúo con convicción y desvelo.  Más allá de haber actuado, las puertas se mantuvieron abiertas, pero nadie, excepto su familia, le creyó. Ninguna persona de la época, mas sí las distintas especies de animales, vinieron a su llamado.  Más la raza humana NO le creyó, más bien no le creyeron al llamado de Dios.


Noé, en definitiva, por creer, fue salvado, fue salvado de las aguas, y eso permitió un nuevo pacto entre Dios y el hombre.


¿Qué dice la Palabra de Dios al respecto? En Isaías 54:9-10 dice que: «9 Porque esto me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré. 10 Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo el Señor, el que tiene misericordia de ti»

Efectivamente como Noé fue salvado de las aguas, así también Moisés, el pueblo de Dios, usted y yo.


Además, en esta nueva dispensación, usted y yo somos los beneficiados, somos los «salvados de las aguas», porque hemos creído al llamado de Cristo, quien no necesitó de un arca para salvarnos, sino que, como Dios hecho hombre, fue el Mesías esperado, fue Dios en Persona que vino a rescatar lo que se había perdido, a levantar al hombre caído, a perpetuar esta nueva generación, que gracias a la misericordia de Dios hoy tiene a qué aferrarse, hoy puede clamar a Dios, y Dios nos responde.  Hoy el Espíritu Santo de Dios nos indica por dónde caminar, cómo ejercer el libre albedrío que Dios nos dio para elegir entre el bien y el mal, para elegir entre aceptar la invitación de Cristo el Señor para subir a esta Nueva Arca, que es el Evangelio de Paz, que es la Misericordia de Dios, que es la Nueva Vida que el Señor nos ofrece por medio de la Salvación en Cristo Jesús.

El mundo contemporáneo de Noe no pudo contra el agua, más usted y yo, con nuestras propias limitaciones, nos hemos refugiado al llamado de salvación que nos hizo Cristo el Señor.


Noé, fue salvado de las aguas, y usted hoy tiene la oportunidad de elegir, ser parte de este Nuevo Pacto que Cristo nos ofrece.  Bendito aquel que ha creído en la cruz, bendito aquel que se aferra a este madero para no hundirse, para ser salvo, para recibir como herencia lo que describió el apóstol Juan cuando dice en Apocalipsis 21:1 «Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más».



Comité Editorial
Departamento de Relaciones Públicas

 

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