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Deuteronomio es el quinto libro del pentateuco escrito por Moisés, y el último libro de la Tora, el nombre significa «Segunda Ley» tomado de la Septuaginta, y el tema principal es la renovación del pacto, se estima su fecha de creación en el año 1405 a. C.
Este libro contiene muchas repeticiones de otras porciones de los libros anteriores del Pentateuco, y además al ser escrito con un estilo de sermón es de fácil comprensión para los lectores.
La importancia de este libro en la historia y religión de Israel, queda de manifiesto al ser usado como norma para juzgar las acciones de sus reyes. Al leerlo, en el templo despertó un gran avivamiento en el año 621 a. C. (2do Reyes 22). Era la base de la exhortación de Jeremías y Ezequiel, según lo señala el Pastor Pablo Hoff en su libro.
Moisés quiere preparar al pueblo, porque estaba llegando al final de su peregrinaje de 40 años por el desierto, y se preparaban para entrar en la tierra prometida. Dios se había provisto de una renovación del pueblo, una nueva generación. Según se cree que de los que salieron con él desde Egipto no quedaban más de 5 personas al monto de llegar a la Tierra prometida. Este nuevo pueblo no tenía mucha memoria de lo vivido por Israel en Egipto, no sabían nada de la primera pascua y tampoco del cruce del mar Rojo, menos aún de lo vivido por el pueblo en el Monte Sinaí, donde estuvieron por un año, y de la ley dada por Dios en ese lugar. Por tal razón, necesitaban según lo que pensaba Moisés tener conciencia de cómo proceder ante Dios.
Moisés entregaba las enseñanzas a su pueblo en forma de discursos y consejos, ya que iban a heredar y entrar a Canaán la llamada Tierra Prometida. Y hace énfasis en tres actitudes que deben tener los oyentes: «recordar», «obedecer» y «Prestar atención»:
- Primer Discurso (Recordar) «Recuento de la Historia reciente de Israel» (1:6 – 4:43)
- Segundo discurso (Obedecer) «Deberes principales del pacto» (4:44 – 26:19)
- Tercer discurso (Prestar atención) «Renovación y ratificación del pacto» (27:1 – 34)
En el primer discurso se relatan los fracasos y rebeliones constantes del pueblo, y como Dios permaneció fiel a su pacto con Israel, las victorias y repartición del territorio y hace una exhortación a la obediencia. En el segundo discurso se hace mención de los Diez Mandamientos, las leyes que tiene que ver con el culto y el vivir una vida santa, y les recuerda las leyes de justicia y de humanidad, además nace el llamado «Shama», «Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.» (Deuteronomio 6:4-5), esta es una de las más importantes oraciones hebreas porque encierra básicamente toda la enseñanza del Deuteronomio, puesto que llama al pueblo a obedecer con devoción al único Dios de Israel.
En el tercer discurso queda clara la filosofía del libro, basándose en la obediencia y bendición, versus la rebelión y maldición, con esto Moisés advierte al pueblo que todo está preparado para ellos, y que solamente deben cumplir con Dios en obediencia para recibir la bendición en todo lo que el pueblo obedientemente haga.
Llegando al final de este libro, podemos ver cómo se relata la muerte de Moisés, quien a esta altura de la vida tenía ya 120 años, y subiendo a un monte pudo ver la tierra prometida, y dejó de existir en ese lugar, estos hechos nos deben hacer meditar, después de tanta lucha y confrontación este líder no pudo entrar a la tierra prometida, ¿por qué? Porque en un momento de ira, no hizo lo que Dios le había ordenado, y perdió su derecho a entrar y sólo la pudo mirar.
Cuando entendemos los propósitos que Dios tuvo para inspirar a Moisés al escribir este libro, queda de manifiesto la revelación de Jesús en él. En el fondo, Deuteronomio, en el espíritu de su enseñanza y consejos, tienen el mismo sentido de Cristo en la tierra, ayudar y guiar a los pecadores a encontrar santidad, perdón, devoción a Dios, y, sobre todo, la salvación que es lo más importante. Aún la entrada del pueblo de Israel a Canaán es figura de la entrada del Pueblo de Dios a la gloria eterna, en Cristo la entrada a la Canaán Celestial o vida eterna, es como en Deuteronomio la entrada a Canaán, la tierra prometida.
Que mi buen Dios bendiga su entrada a las promesas del Señor.
Pastor Juan C. Flores G.
I.M. P. Las Condes
Egresado del Seminario Metodista Pentecostal
Artículos de edificación espiritual, elaborados por pastores de la Iglesia Metodista Pentecostal, profesores y estudiantes de nuestro Seminario, coordinados por los Departamentos de Formación Ministerial y Relaciones Públicas |
