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Jacob, el suplantador



Jacob, el Suplantador

 

Dentro de las Sagradas Escrituras encontramos diversas historias de personas reales que nos ayudan a conocer a nuestro Señor. Debemos recordar que el principal autor de la Biblia es Dios y que toda la Escritura está inspirada por Él siendo sus ejecutores los escritores bíblicos.

 

Dentro de las personas que son nombradas en la Biblia, encontramos a Jacob. La historia de Jacob parte en Génesis 25 versículo 19, sin embargo, la historia de Jacob comienza mucho antes, con Abraham, padre de Isaac, y con Isaac padre de Jacob y Esaú, hijos de Rebeca, una de las esposas de Jacob.

 

En la historia de Jacob podemos ver reflejada y cumplida la promesa que Dios le hizo a Abraham que le daría descendencia, cuando Abraham y Sara no podían tener hijos. Dios le dio descendencia a esta pareja con Isaac, y luego al mismo Isaac junto a Rebeca sigue cumpliendo esta promesa, ya que al igual que Sara, Rebeca también era estéril y, aun así, Dios le concede el milagro de ser madre.

 

Pero no solo la promesa de la descendencia se cumple con Jacob, también se cumple la promesa de Dios con Abraham, pues en él serían benditas todas las familias de la tierra, ya que como sabemos, y como encontramos en Mateo capítulo 1, muchas generaciones posteriores a Abraham, se encarnó nuestro Señor Jesucristo, Salvador del mundo, aquel que nos reconcilió con el Padre a través de su sacrificio y así hasta hoy, y por Él son benditas todas las familias de la tierra.

 

Jacob no fue un hombre intachable, pues indujo a su hermano para que le vendiera su primogenitura, el derecho a ser el primer hijo.  Estos versículos relatan que Esaú cansado y hambriento después de cazar, le pidió a su hermano que le sirviera del guiso que estaba cocinando. Jacob vio la oportunidad, y lo sedujo a vender su primogenitura a cambio de este plato de comida. Esaú desprecia así este derecho, y accede a comer pan y lentejas que estaba cocinando su hermano Jacob.

 

Esta no sería la única vez que Jacob realiza una mala jugada a su hermano, posteriormente en Génesis 27, vemos como Moisés relata la historia de cómo Jacob obtiene la «bendición» de su padre Isaac al «suplantar» a su hermano Esaú.

 

Parafraseado el relato bíblico de Isaac en su vejez, casi sin vista, le pide a Esaú que salga a cazar y le haga un guiso de los que a él le gustan para bendecirlo antes de que muera, esto se refiere a una bendición venida de parte de Dios para el ser humano. Rebeca al escuchar esto, le dice a Jacob que sea él el que tome esta bendición por medio de un engaño, ella fue a buscar unos cabritos, preparó el guiso, y fue Jacob quién le llevó el plato a su padre haciéndose pasar por su hermano Esaú. No obstante, había un problema, la diferencia física que había entre estos dos hermanos podría crear un conflicto si Isaac tomaba la mano de Jacob. Mas Rebeca rápidamente da solución y cubrió las partes lampiñas de su hijo con la piel de los cabritos con los que hizo el mismo guisado. Como resultado de esta acción, efectivamente Isaac fue engañado, Esaú suplantado y Jacob que se queda no solo con la primogenitura de su hermano, sino que también con la bendición espiritual que le correspondía. Mas nada escapa de las manos de Dios.  Con el pasar de la historia vemos que todo lo ocurrido tenía un propósito, la línea genealógica de donde nace Jesús, nuestro Señor.

 

Después de que Jacob suplantara a su hermano, tuvo que huir donde el padre de Rebeca en Padam-aram, por indicación de Isaac. En su camino tuvo un sueño y un encuentro con Dios, recibiendo la misma promesa de Abraham, que a través de él serían benditas todas las familias de la tierra.

 

Jacob el suplantador nos muestra que tal como cualquier ser humano, este tenía muchos males. En esta historia se tocan temas como el engaño, favoritismo, conflictos familiares, bendiciones, reconciliación y fe. Pero lo principal es que pese a todo lo malo que podamos hacer, una vez que nos arrepentimos y encontramos el perdón en nuestro amado Señor, en su inmensa misericordia Dios cambia nuestras vidas y nos usa conforme a sus propósitos.

 

Queridos lectores, aprendamos de Jacob, y si hemos hecho mal, arrepintámonos. Nuestro Dios lleno de amor y misericordia nos espera, y hará cumplir sus propósitos en nosotros, y así como perdonó a Jacob, nos perdonará también. Amén.

 


Hna. Ninoska Nataly Valdés Vallejos

IMP Lo Errázuriz

Estudiante del Seminario Metodista Pentecostal

 

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