EVANGELICOS Y PROTESTANTES EN CHILE:
LEGADO DE FE
La Iglesia de Cristo, que nace en Pentecostés con el derramamiento del Espíritu Santo, inicia un tránsito que jamás ha sido fácil. Incluso Jesús advierte a sus discípulos de su tiempo y los que en el futuro recibirían su maravillosa salvación diciéndoles: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; más el que persevere hasta el fin, éste será salvo”. Aquellos cristianos y los de todos los tiempos, fueron brutalmente perseguidos, flagelados y muertos junto a sus familias, sólo por haber recibido la remisión de sus pecados y la gloriosa esperanza de la vida eterna en Cristo y, conforme al mandato divino, compartieron esa Gracia maravillosa con quienes necesitaban creer en el unigénito Hijo de Dios.
La Reforma Protestante del siglo XVI cambió el acontecer mundial. Hoy, su poderosa influencia nos sigue acompañando, puesto que nos sentimos parte de esta herencia divina, pues el amor de Dios permitió que muchos extranjeros venidos de diferentes partes del mundo hasta nuestro puerto principal en Valparaíso fueran portadores del Mensaje de Salvación.
La historia de Chile evidencia, en los ámbitos de las libertades religiosa y de cultos, la primacía del hecho católico oficial en tanto que religión de Estado. La presencia de tradiciones reformadas protestantes y, luego evangélicas, se evidenció en el siglo XIX con las migraciones de familias provenientes de países protestantes europeos y de los Estados Unidos, la mayoría de las cuales se asentaron en Valparaíso.
La pluralización de los espacios sociales y legales en términos de aceptación de los cultos disidentes se abrieron camino. En 1819, el Director Supremo Bernardo O’Higgins autorizó la instalación de un cementerio protestante en el cerro La Cárcel de Valparaíso. En 1854 el gobierno de la época acepta la creación del Patio de los Disidentes N° 1 en el entonces conocido como Panteón General de Santiago, hoy Cementerio General. Luego, hacia la segunda mitad del citado siglo XIX, se aprueban las conocidas como Leyes Laicas que refuerzan la legitimidad de la presencia evangélico-protestante en Chile.
Resulta interesante resaltar que la Constitución Política de 1925 termina con la confesionalidad del Estado nacional e instala el evento laico como su base ideológica y política.
Recuperada la democracia, el gobierno del Presidente Patricio Aylwin envía a trámite legislativo un proyecto de ley sobre temas religiosos, el que en 1999 y bajo la presidencia de don Eduardo Frei Ruiz-Tagle se transforma en la Ley N° 19.638, más conocida como Ley de Culto, significando un avance histórico en materias de Libertad e Igualdad Religiosa.
En el año 2005, el Presidente Ricardo Lagos a través de un decreto supremo, instituyó el 31 de octubre como el Día Nacional de los evangélicos indicando que fue: "una forma de agradecer el aporte que estas iglesias han realizado en forma permanente y sostenida a nuestra historia, a la conformación de una patria más fraterna, solidaria y humana".
Pero fue en 2008, bajo el mandato de la Presidenta Michelle Bachelet, que mediante la Ley 20.299 se declara el 31 de octubre como Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes. “Saludo en este día a todos los dignatarios de las Iglesias Evangélicas... a todos los miembros de ellas a través del país. Espero y estoy segura que va a ser así, que esta fecha sea también una reafirmación de nuestra vocación por el pluralismo, el respeto, la libertad de conciencia y la defensa de la igualdad en todos los planos”, señaló en la ocasión la Jefa de Estado.
Este hecho histórico nacional honra una tradición no católica, promoviendo la igualdad de credos, y tiene un carácter inédito a nivel mundial que es observado con admiración y respeto. Por todo lo señalado, el “31 de octubre” hacemos un alto en las tareas propias de la evangelización para agradecer a Dios por que la semilla del Evangelio cayó en buena tierra y la presencia del Espíritu Santo nos ha acompañado por generaciones.
¡Amén!
Pablo Villouta Cabrera
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